martes, 5 de octubre de 2010

La mujer más bella del mundo

Un pequeño homenaje a Monica Bellucci. Para mí es la mujer más bella del mundo. 
Lo único que me viene a la boca cuando la miro, es la palabra Diosa...



¿Qué piensas tú cuando la ves?

Sonetos Corporales


Por allí hondo, una humedad ardiente; 
blando, un calor oscuro el que allí hervía; 
sofocado anhelar el que se hundía, 
doblándose y muriendo largamente.

Labios en labios que no ataca diente
lengua en garganta que se corta, umbría; 
áspero alrededor, fiera porfía 
por morder lo imposible de la fuente.

Fiera porfía, ya que ni a la hembra más hembra ni al varón más 
varón dieron otra cumbre que ser sembrado y siembra, 

pues lo demás, ¡Oh cuerpos desvelados! 
son fulgores que al alba se perdieron 
en un súbito arder, desesperados. 

Rafael Alberti

ELLA QUERÍA ESO Y YO LE DABA ESO...

 NI SEMEN, NI SONRISAS..., LATIGAZOS

 
Un día me pidió que la matara
y yo me lo pensé.

Al señor magistrado le podrás decir
que era el primer orgasmo de mi vida
y que esa emoción violenta me mató,
a mí no me lo digas, llévame una flor.

A mí, dame la opulencia de tus manos
pegándome,
abriendo surcos de amor sobre mi piel,
tu distancia viéndome gozar, eso quiero,
las blasfemias al oído para poder llegar:

Puta... Puta... Puta... hoy no te pegaré
y, ahí, comenzaba el gran concierto.

Los ayes de la bestia se tragaban el alma
la moral quedaba arrinconada en la ventana
y la carne en su ética, más allá de mi goce,
imponía la maravilla del dolor, su algarabía.



Abre las piernas, amor mío


Abre las piernas, amor mío.
Tu voz rozando mi cuello, mis pezones,
mi bajo vientre acongojado por el amor,
se cuela entre los pliegues de mi sexo,
húmedo y estremecido sexo del encuentro.
Abre las piernas, amor mío,
abre esas piernas, hembra mansa,
da un paso más, olvídate de ti.
El viento se detiene en el vértigo,
arranca mi piel en destellos de luz.
Cuando regreso, despeinada y maltrecha,
me sonríes desde la blancura de una página.
Abre las piernas, amor mío,
abre las piernas como para volar,
abre las piernas, amor mío,
demos un paso más…

Del libro "El sexo del amor" de Miguel Oscar Menassa


Poesía traviesa


Con licencia, señora, de ese pelo
que en rubias ondas llega a la cintura,
y de esos ojos cuya travesura
ardor infunde al pecho más de hielo;

con licencia del talle, que es modelo
propuesto por Cupido a la hermosura,
y de esa grata voz cuya dulzura
de un alma enamorada es el consuelo,

juro que nada en tu persona he visto
como el culo que tienes, soberano,
grande, redondo, grueso, limpio, listo;

culo fresco, suavísimo, lozano;
culo, en fin, que nació, ¡fuego de Cristo!,
para el mismo Pontífice romano.

Tomás de Iriarte. (Respuesta a una dama que preguntaba qué era lo mejor que hallaba en su cuerpo)