lunes, 27 de septiembre de 2010

No me niegues tu boca



No me ocultes esos labios
No me niegues más tu miel
Apaga un poco la sed
No me dejes morir despacio.

Haz tempestad la tormenta
De esta mente al desconsuelo,
Que se pierde por los suelos
Y con poco se contenta.


Por qué me niegas tu boca
Si tú, mi deseo quemas,
Y a causa de tanta pena
Ya mi mente se destroza
Llevándome a ruin condena
Por desear tu persona.

L

Terca razón que no encadena mi pasión


Luz penetrante que tus ojos derrochan, 
en verde sereno de paz de esperanza, 
cantada alegría: expresión de tu mirada. 
Te penetran muy hondo, si se te antojan. 

Tus labios, muy rojos que ya se me placen, 
mas lloro angustiado la miel antojada, 
negada a cerrojo, a escudo y espada, 
ya muero mi niña : la pasión me arde. 

Tú das y derrochas pasión y energía, 
encanto y placeres, también la dulzura 
como nadie supo, sintiese en mi vida. 

Hermosa y bonita más de ti, segura, 
gobiernas tú siempre, pues bien te persiga, 
tu terca razón, más que a cien mil mulas.

L